lunes, 4 de julio de 2011

Y DIOS BAUTIZÓ A LOS JUGADORES


Y DIOS BAUTIZÓ A LOS JUGADORES
(Los Deportes Extremos vs. Los Climas Extremos)

Un clásico del football americano es, quizá, el súper bowl de 1967 entre Green Bay y los Dallas Cowboys, partido que se llevó a cabo bajo condiciones extremas de nieve y hielo a una temperatura de −13 °F / −25 °C (ganó Green Bay) –este lo llamarón el Tazón del Hielo-. Otros deportes, como el futbol soccer, también se pueden jugar bajo condiciones extremas, como aquella ocasión que con el orgullo norteño en el pecho, bajo una despiadada lluvia, su seguro servidor y otro par de Juarenses, fuimos al estadio azul a ver el partido del Cruz Azul vs. Indios de Juárez, al final estábamos tan enojados por la derrota que lo mojado se nos evaporaba por la cabeza.

Por su parte el beisbol, es un deporte fino y de mucha precisión, que se suspende frecuentemente a causa de la lluvia, un ejemplo muy reciente fue el partido doble de hace 15 días entre Diablos Rojos del México y Pericos de Puebla. ¿Y por qué se suspenden los juegos de beisbol cuando la lluvia es extrema? Los clásicos dicen: Que el beisbol es un deporte elegante, bello en su estructura y en su hechura, que la lluvia le resta esos suaves detalles (tá bueno).

Los modernos, aseguran, entre otras cosas, que el campo en su parte principal (inflield) es de arcilla y con el agua provoca barro esto puede atascar la pelota y hace lentos a los corredores (imagínate robarte la segunda con los spikes llenos de barro); otra, la precisión con la que el pitcher debe proyectar una pelota que no pesa más de 5 1/4 onzas y no mide más de 9 1/4 pulgadas (23,5 cm) de circunferencia a +/-  90 millas, requiere que ésta este seca y sin fisuras que provoquen variaciones en la velocidad y la exactitud; una más, la visibilidad de una pelota, bajo una lluvia intensa es mínima, lo que podría provocar accidentes muy serios (acuérdate que la pelota es un proyectil), una última de muchas, el agua hace que las pelotas (de cuero) los bats (madera) los guantes (piel), puedan resultar seriamente dañados al grado de quedar inservibles, sin mencionar que mojados resultan difíciles de manipular.

Pues ayer 03 de julio de 2011, en contra de todos los pronósticos del tiempo, en contra de lo que las reglas de beisbol indican y, en contra del sentido común, los niños de la Liga de Beisbol Infantil “Alianza de Tranviarios D.F., saltaron al campo a jugar su último partido de la temporada, bajo una lluvia que siempre los acompañó, como si el mismo dios Tláloc hubiese querido que la temporada no terminara y el juego se pospusiera para una semana más, los pequeños peloteros tomaron el campo, para deleitar a sus fans que los esperaban amontonados debajo de los techos de las tribunas escuchando el teclado del Maestro Ricardo que anticipaba el combate.

Así fue como los pupilos del establo de Montoya, presentaron su examen final, manteniendo, como siempre la congruencia de esfuerzo y trabajo, se enfundaron su tradicional uniforme guinda (que presumieron por algunas ligas) y se prepararon con toda la mística de un gladiador que sabe que los dioses estarán viendo su juego, y al grito de Play ball tomaron sus posiciones.

Las novenas para esta ocasión, fueron de casa, privilegiando la igualdad de fuerzas entre unos y otros, los garrotazos retumbaron en todo el campo y las porras, como la lluvia, nunca cesaron, destacaron importantes contribuciones de Arath, que saco refinado elevado sobre segunda, un robo de base de Yael, que como carterista del metro, aprovecho las pifias de sus contrarios y se adueñó de algunas almohadillas; por su parte el zurdo Saucedo, celoso de su deber cuidó la primera estación impidiendo el avance de los atacantes.

Las futuras promesa y cuadro base de la próxima temporada José María, Diego, Emiliano, Rodrii, Pollo, Leo y Jezel (faltó el zurdazo Adrián), estuvieron magistrales con el tolete, demostrando, sin lugar a dudas su vocación de peloteros; en general, TODOS enseñaron lo mejor que tenían en su repertorio como colofón de lo que fue una gran temporada y como muestra de lo aprendido.

Al final del partido, y ya como tortas ahogadas, vinieron las porras a  Tranviarios y luego a los Papás, mientras que la tribuna se vaciaba y los fanáticos tomaron chamarra y cámaras y se lanzaron sobre el campo a tomar una impresión fotográfica de lo que era el bautizo que el mismo dios les brindó a los nuevos  beisbolistas. Caramba!! fue muy emotivo estar en el momento preciso en que uno a uno de los jugadores fueron pasando a recoger de manos de su Manager un trofeo que daba constancia de su dedicación y esfuerzo (levantadas tempano, asoleadas, hambreadas).

Algunos cambiaran de liga, otros emigraran a categorías superiores, los menos dejaran el beisbol para mejor ocasión y despedirán a sus compañeros de la travesía, esperando rencontrarse con ellos en el camino. Pero a pesar de todo, es innegable que nuestros niños aprendieron grandes valores: compañerismo, responsabilidad, honradez, valentía, conocieron la alegría de los triunfos, la pesadumbre de las derrotas, pero siempre, siempre, siempre, supieron levantar la cabeza y con voz fuerte gritaron una porra a favor de sus contrarios y una más, por supuesto, para ellos, que a su vez era para sus padres, con el agradecimiento más sincero de un niño.

Y a los padres: ¿qué les dejó la liga?, estoy seguro que esta temporada enriqueció la unidad familiar, permitió fijar metas y compromisos entre todo el núcleo familiar, los canales de comunicación se ampliaron y se incluyó un tópico más en la plática de la casa “El Beisbol”, y desde entonces, como parte de nuestro acervo lingüístico se incluyeron el home, out, dugout y umpire. ¿Quién no se sorprendió con las habilidades de su hijo? ¿Quién no grito cuando su hijo dio tremendo batazo?, para algunos nos rencontramos con el beisbol, otros descubrimos este bello deporte y todos encontramos nuevos amig@s con un mismo interés.

Creo, que no importa que este año Tranviarios no haya participado en torneos, que no importa que no se hayan ganado esos codiciados Trofeos, es más, no importan Nada, el sólo hecho de ver a nuestros pequeños corriendo a la zaga de una base o tras una pelota que huye por la pradera, es el pago más grande que podemos recibir, viene a mi memoria el poema de Konstantínos KaváfisÍtaca- que dice (fragmento): Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca / debes rogar que el viaje sea largo, / lleno de peripecias, lleno de experiencias. / No has de esperar que Ítaca te enriquezca: Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
¿Cómo les fue en el camino? ¿Qué te dio la Ítaca? ¿Play ball…?

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